Desde antes de que lo encarcelaran, mi mamá ya estaba muy molesta con él. Lo corrió de la casa porque decía que no nos hacía caso por estar con sus jueguitos, y era cierto, estaba muy abstraído todo el tiempo trabajando, pero aun así su presencia en la casa nos reconfortaba.
Todo el tiempo estaba frente a las maquinas lasser, callado, usando sus lentes de color protectores, y escribiendo codigo. Los pocos momentos que nos sacaba a caminar al bosque, y conversaba con nosotros, nos hablaba de cosas fantásticas que hacían volar nuestra imaginación.
Solía jugar a que comenzaba una historia y luego por turnos teníamos que completarla con cosas que se nos ocurrieran.
Y luego, cuando según esto, pasaba tiempo con nosotros, se quedaba dormido, pero a mi me gusta solo que estuviera ahí oliendo feo, roncando, ahí respirando echado con nosotros, solo hangueando.
Yo le llevaba tuppers después a su estudio, con comida congelada. Aunque ya no viviera con nosotros, esos guisos eran la forma de mamá de expresar que le importaba. Ni calentaba la comida, se la comía así fría, esa etapa se deterioró mucho, consumía muchas sustancias, y su cerebro había sido drenado por sus propios inventos.
Luego cuando compraron el proyecto todos se pusieron muy felices, todos menos él. Pensábamos que con todo ese dinero todos nuestros problemas se iban a terminar, y que él retomaría su luz. Y al poco tiempo lo encarcelaron.
Yo se que él no tuvo la culpa, él no quería venderlo, sabía que podía causar un daño terrible, a él le había causado ya un daño terrible, pero a la empresa no le importó.
Después de la felicidad, al perderlo todo, mamá se puso furiosa, tanto tiempo invertido en algo que no aportó nunca nada. Y decidió llevarnos.
Pero mi hermana se escapó, destruyó el estudio con la mayoría de los documentos y no la volvimos a ver.
Yo me quedé con el primer prototipo, hecho de cartón.
Le seguí llevando tuppers, dijo que estaba bien, que estaba dando clases de matemáticas a los reos, También me pedía que le llevará hojas de papel, decía que ahora que no le quedaba nada, solo tenía eso para crear.
Me hacía pequeños cisnes de papel y cartitas diciéndo lo mucho que nos quería y extrañaba.
Yo le hacía cajitas y flores, es lo único que recordaba cómo hacer en origami.
Me pidió que le llevara su viejo reproductor de música y su brújula. Nunca supe su fijación por ese viejo pedazo de metal. Pero eso nunca se lo dieron, lo confiscaron en la entrada.
Pero eso duró poco. Lo trasladaron a otra zona y no nos permitieron volver a verlo.